Suelos degradados físicamente [MÉTODOS DE REHABILITACIÓN]

Disponer de un suelo degradado físicamente no es el fin del mundo. En este artículo vamos a ver diferentes formas de rehabilitar por medios de diferentes especies vegetales. Uno de los factores más importantes a tratar en un proyecto agrícola, es el suelo. Identificar el tipo de suelo que tenemos en la finca, es una tarea sencilla con los manuales que ofrecemos en EstoEsAgricultura.

Análisis como:

Esto nos dará unas directrices específicas a la hora de tener éxito en el desarrollo y planificación de nuestras fincas y cultivos.

Otra oportunidad que nos ofrece la asociación de cultivos y la agricultura orgánica. Es la rehabilitación de suelos ya cultivados, que por condiciones ambientales o por el factor humano, han sufrido una degradación considerable físicamente.

Vamos a describir algunos ensayos realizados por todo el mundo y que han resultado ser muy efectivos en la regeneración de suelo contaminado o degradado.

Tipos de suelos degradados físicamente.

Suelo compactado.

La compactación (aumento de la densidad aparente) es la principal forma de degradación física del suelo. Ocurre especialmente en suelos ricos en arcillas de baja actividad, con mucha arena y limo y poco carbono orgánico; algunos suelos son naturalmente compactados como los de Santa Cruz en Bolivia (1).

Las prácticas tradicionales de labranza y el exceso de laboreo deterioran rápidamente la estructura del suelo (2). Produciendo en la superficie encostramiento y sellado (2) y en profundidad compactación y formación de horizontes impermeable como el “pie de arado” (3).

La reforestación de suelos de desechos de minería suele ser difícil debido al alto grado de compactación de este tipo de suelos. (4).

Varias especies de árboles fijadores de nitrógeno se utilizaron con éxito en suelos que han sufrido intenso pastoreo y pisoteo. Como los casos de Acacia koaen Hawai (5), Casuarina spp. En China y Acacia mangium en la cuenca del canal de Panamá (6).

Árboles no fijadores también pueden funcionar bien en terrenos compactados. Por ejemplo, en un suelo de alta densidad en Costa Rica por 25 años de pastoreo continuo, una plantación fertilizada de Terminalia amazonia (Gmel.) Exell. (árbol no fijador) mostró similar crecimiento que plantaciones mixtas con Erythrina glauca e Inga spectabilis (7).

En un suelo de India. Sin estructura y con una capa impermeable calcárea de 45 cm de espesor a una profundidad de 75-100 cm, prosopis juliflora mostró mayor supervivencia y crecimiento que otros árboles ensayados (8)

En Filipinas. Una plantación de Acacia auriculiformis aumentó la conductividad hídrica y mejoró la estructura y la porosidad de los 5 cm superficiales del suelo (9).

Suelo de zonas áridas y semiáridas.

Las zonas áridas se caracterizan por lluvias ocasionales, frecuentes sequías, intensa radiación solar, temperaturas extremas y fuertes vientos; originando suelos pobres en materia orgánica y nutrientes.

Para mejorar la fertilidad de suelos áridos o desérticos se suele agregar abono orgánico y fertilizantes inorgánicos; sin embargo, la fijación biológica del nitrógeno sería la mejor forma de introducir nitrógeno en ecosistemas desérticos (10).

Algunos AFN se adaptan bien a los suelos de zonas áridas ya que al tener raíces profundas pueden extraer humedad a profundidades mayores que los pastos o forrajeras herbáceas (11).

De todos modos el estrés hídrico y térmico producen menores infección, nodulación y fijación biológica de nitrógeno, siendo esta última más afectada que el metabolismo de tallo y raíz (10).

En estas situaciones extremas, la inoculación con hongos micorrícicos permitiría aliviar el estrés hídrico en condiciones áridas (10), planteando una posible solución al problema antes citado.

El género Prosopis nodula bien bajo estrés por sequía y puede crecer en climas extremadamente secos, donde no llueve en años, siempre que haya suficiente cantidad de agua subterránea.

  1. cineraria crece fácilmente con tan solo 75 mm anuales de lluvia o con estaciones secas de más de 8 meses de duración.
  2. chilensis puede crecer con menos de 250 mm anuales si dispone de agua subterránea a unos 3 a 30 metros bajo el suelo superficial, o en zonas sin agua subterránea pero con 350-400 mm de precipitación anual (12).

En un experimento de 30 meses en Haryana, zona árida de India, las especies exóticas Faidherbia albida y Acacia tortilis crecieron mejor que las autóctonas (Prosopis cineraria y Acacia nilotica) al ser más resistentes a la sequía y a las heladas (13).

En las islas de Cabo Verde, de clima muy árido, los vientos costeros húmedos le permitieron a Acacia holosericea crecer con solo unos 200 mm de lluvia distribuidos en 5 años (12).

Otro experimento realizado en condiciones de aridez extrema mostró en cambio una mala adaptación de A. holosericea a los persistentes vientos salinos costeros y en cambio una alta supervivencia de Prosopis juliflora, Acacia caven (espinillo) y Acacia tortilis luego de 10 meses sin lluvia alguna (14).

En un experimento realizado en la región de Luuq en Somalia considerado uno de los sitios más cálidos del mundo Parkinsonia aculeata, Prosopis spp. y acacias nativas (A. mellifera, A. reficiens, A. seyal) crecieron bien con solo 80 mm de lluvia en cuatro meses; los plantines se ubicaron en pozos para captación de la escasa agua de lluvia y estos se cubrieron con piedra caliza y yeso para minimizar la evaporación, también se construyeron canales para irrigar los pozos con el agua de escurrimiento (15).

La estructura foliar de hojas reducidas de Casuarina la hace muy resistente a la sequía (Dawson, 1986). Leucaena leucocephala tolera sequías severas debido a la caída de sus hojas en la estación seca, produciendo menos transpiración durante las épocas de estrés hídrico (16).

Otras especies de arboles fijadores de nitrógeno resistentes a la sequía y apropiadas para crecer en climas áridos y semiáridos (incluso en desiertos) son Acacia aneura (mulga), Acacia auriculiformis, Acacia leucophloea, Acacia senegal, Albizia lebbeck, Albizia saman, Allocasuarina spp., Cajanus cajan, Faidherbia albida, Hardwickia binata, Hippophae rhamnoides y Pithecellobium dulce (17).

Suelo hidromórfico.

Estos suelos se encuentran saturados de agua durante largos periodos del año, produciendo anaerobiosis temporal o permanente, con baja disponibilidad de oxígeno para las raíces (18).

Los árboles mantienen el buen drenaje del suelo y tienen un fuerte consumo de agua que se elimina como evapo-transpiración. Algunos de estos suelos (los de tipo pseudogley) pueden mejorarse introduciendo arboles fijadores de nitrógeno de profundo enraizamiento y de hojarasca fácilmente descomponible, como Alnus glutinosa que se considera uno de los mejores árboles para mejorar estos suelos (3).

El anegamiento reduce la disponibilidad de oxígeno para el funcionamiento del nódulo en especies fijadoras de nitrógeno.

Sin embargo, las casuarinas son capaces de sobrevivir en suelos muy inundables (Baker, 1990) gracias al desarrollo de raíces adventicias y de lenticelas hipertrofiadas que aumentan la disponibilidad de oxígeno, permitiendo una efectiva nodulación en condiciones de anegamiento.

Otras especies resistentes al anegamiento son Acacia auriculiformis, Acacia holosericea, Albizia saman, Alnus acuminata, Alnus rubra, Faidherbia albida, Myrica gale y Sesbania sesban (19).

Pueden existir grandes diferencias entre especies, como se ha reportado con Acacia (20) y con Inga (21), donde algunas especies se muestran muy tolerantes al anegamiento (como A. salicina, A. saligna, A. stenophylla, I. cinnamonea, I. dumosa, I. oerstediana, I. punctata) y otras muy sensibles (como A. ampliceps, I. davidsei, I. sapindoides).

Experimentos.

Varias especies de Sesbania mostraron crecimientos similares en un suelo con buen drenaje y en otro inundado hasta 5 centímetros por encima del nivel del suelo; el desarrollo de tejido aerénquima en tallos y raíces como respuesta a la inundación facilita el transporte de aire en los espacios intercelulares bajo el nivel de agua, permitiendo la respiración radicular y la actividad de los nódulos (22).

Un experimento con plantines de Alnus incana demostró que la FBN es adversamente afectada por inundaciones estacionales muy prolongadas, especialmente en la estación de crecimiento (23).

Los árboles fijadores de nitrógeno se usan en Indonesia para recuperar tierras de pantanos o ciénagas, de difícil uso agrícola por ser arcillosas y ácidas. Allí los granjeros solían hacer zanjas y canales para drenaje, y con la tierra extraída construían lomas y terraplenes donde plantaban Acacia auriculiformis y Paraserianthes falcataria para estabilizar el terreno (24).

En los suelos de turberas, la baja actividad biológica hace que la descomposición y humificación de la materia orgánica sean muy lentas. Son suelos asfixiantes, muchas veces ácidos, y pobres ya que los nutrientes están almacenados en formas no disponibles (3). Estos suelos son difíciles de rehabilitar; pueden mejorarse por mezclado mecánico de horizontes orgánicos y minerales, por drenaje del exceso de agua y por eventual encalado para subir el pH (3).

Alnus incana ha crecido con éxito en turberas de Suecia, Finlandia y Alemania (previo drenaje y encalado), donde se retiran grandes cantidades de hojarasca y de turba para ser usadas como combustible; en cambio algunas especies de alisos no crecieron bien en turberas ácidas del Reino Unido e Irlanda (25).

Myrica gale y Alnus glutinosa son nativos de sitios pantanosos y de turberas (25), y podrían utilizarse en la rehabilitación de estos suelos.

Un experimento en invernadero demostró que para crecer Alnus rubra y Alnus glutinosa sobre un sustrato proveniente de turberas ácidas se necesita agregar fósforo, ya que en estos suelos el desarrollo de micorrizas en alisos es pobre (25).

Fuentes bibliográficas.

  1. (Lal, 2000)
  2. (Lal, 1996)
  3. (Duchaufour, 1975)
  4. (Gardner, 2001)
  5. (Powell, 1996)
  6. (Puga & Bethancourt, 1990)
  7. (Stanley & Nichols, 1995)
  8. (Chaturvedi, 1985)
  9. (Ohta, 1990)
  10. (Hussein Zahran, 1999)
  11. (Gutteridge & Akkasaeng, 1985)
  12. (Roshetko & Gutteridge, 1996)
  13. (Puri & Kumar, 1993)
  14. (Pasiecznik et al., 1993; 1995)
  15. (Wieland et al., 1985)
  16. (Natarajan & Paliwal, 1995)
  17. (Baker, 1990; Powell, 1996; Roshetko & Gutteridge, 1996)
  18. (Stocking y Murnaghan, 2000)
  19. (Harrington et al., 1994; Powell, 1996; Roshetko & Gutteridge, 1996; Wheeler & Miller, 1990; Zhao Kefu et al., 1990)
  20. (Marcar, 1998)
  21. (Lawrence et al., 1994, 1995)
  22. (Evans, 1986).
  23. (Kaelke & Dawson, 2003).
  24. (Achmad Mawardi, 1986).
  25. (Wheeler & Miller, 1990).

Fuentes digitales.

Revista de la Facultad de Agronomía, La Plata. 2004.

Suelos degradados físicamente – Pdf

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