Químicos en Agricultura. Análisis de Julius Hensel.

La Esencia del crecimiento de las plantas consiste en crear, a partir de la combustión de sustancias y gracias a la fuerza de descomposición eléctrica del sol, material que pueda ser una vez más utilizado.

Usemos un ejemplo: 

Una vela de estearina que consiste en hidrocarburos (HCH)  en una cadena de 24, es consumida por acción del oxígeno del aire, en ácido carbónico o dióxido de carbono (COO) y agua (HOH) y estos mismos productos de la combustión, pueden, gracias a los procesos de vegetación a las plantas, nuevamente ser parcial o totalmente transformados en hidrocarburos.

El proceso químico en el crecimiento de las plantas, que son el fundamento de nuestra alimentación. Cada Hoja de la hierba canta a la pradera un fragmento de la maravillosa canción de la creación Share on X

Esto se consigue cuando el ácido carbónico, disuelto en agua de lluvia o combinado con la humedad del suelo, se separan agua y agua oxidada (peróxido de hidrógeno). De esta forma aparecen, a partir de dos moléculas de ácido carbónico y dos de agua, primero que todo ácido oxálico (C₂H₂O₄) y peróxido de hidrógeno (OHHO).

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El Peróxido de hidrógeno pasa a la atmósfera al descomponerse en vapor de agua y oxígeno, mientras que el ácido oxálico, que surge como el primer producto de la graduación del ácido carbónico causada por la acción del sol, se encuentra combinado con calcio en todas las células vegetales.

Anteriormente este proceso de crecimiento (puesto que el ácido oxálico aparece de la adhesión de dos átomos de hidrógeno a dos moléculas de ácido carbónico), no era del todo entendido. Hace escasos 4 años escuché cuando un profesor de Agricultura decía:

“El calcio no tiene ningún valor para el crecimiento de las plantas, es más perjudicial que benéfico, la planta no sabe qué debe hacer con el calcio; con el fin de deshacerse más fácilmente de él, lo asimila como oxalato de calcio en sus células”

El ácido oxálico deriva su nombre del hecho de que los químicos primero lo descubrieron en la acedera (Oxalis), en la forma combinada de ácido oxálico con calcio. A partir del ácido oxálico se produce, en una continua reducción, azúcar -el material de las células de las plantas- y almidón.

El azúcar, qué ha sido producido a partir del agrupamiento simétrico de dos moléculas de hidrocarburos, dos de ácido carbónico y dos de agua,

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Y la cual por consiguiente todavía no es un producto completo de la reducción, produce, con la separación del ácido carbónico y del agua en un agrupamiento concentrado de hidrocarburos, los cuales permanecen todavía combinados con una molécula de ácido fórmico, COOHH (segundo producto, resultado de la adición al ácido carbónico), y posteriormente los aceites vegetales (aceites de oliva, almendras, amapola, nabo, linaza, etc.)

Aún más; del azúcar, que está presente en todas las plantas jóvenes durante su germinación, después de haber recibido vapor de agua y nitrógeno del aire y, de hecho, después de haber liberado peróxido de hidrógeno durante la formación del amoniaco, se forman los diversos tipos de proteína vegetal (N₂H₁₂O6 NH6H6O6).

El tipo más simple de proteína vegetal, se encuentra en el jugo del espárrago.

Una combinación de amoniaco con ácido málico (C₄H6O₅), qué es un paso en la formación del azúcar, o más bien, un producto de la división del azúcar.

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Está esparagina no solo la encontramos en los espárragos; también la encontramos en los brotes de muchas plantas especialmente en las raíces jóvenes de los cardos que son desyerbados de estos suelos y que tienen un sabor muy parecido.

Por ser el más simple de todos los tipos de proteína vegetal, el espárrago es el mejor ejemplo de que la proteína está contenida intramolecularmente en forma de gel de azúcar.

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De esta última, sin embargo, se ha descubierto que debido a su contenido de ácido carbónico, puede condensarse en una unidad orgánica, con su misma sustancia básica, (potasio, sodio, magnesio, óxido de hierro y óxido de manganeso), y que debido a su sustrato básico amoniacal, este también condensa ácidos, y consecuentemente también, al mismo tiempo tantos ácidos como bases (por ejemplo sulfato de magnesio, fosfato de calcio, silicatos de potasio y de sodio, floruro de calcio), además de manganeso y óxido de hierro, y surgen, de hecho, a partir de los contenidos del hidrocarburo (HCH) en el azúcar de gelatina, a partir de sustancias insolubles, combinaciones solubles en forma semejante al insoluble sulfato de bario y al etin-sulfato de bario que es soluble en agua.

Y así podemos comprender como, a partir de los elementos terrestres, en combinación con azúcar y nitrógeno, pueden aparecer en infinitas modificaciones, la más numerosa variedad de proteína vegetal, siempre y cuando el suelo suministre otras sustancias.

Aquí la fuerza electrolítica del sol cumple el papel del arquitecto. Así como es la batería galvánica los átomos de los metales reducidos se fijan a una envoltura conectada que no tiene salida del exterior, así pues, la fuerza del Sol funden los elementos reducidos de los hidrocarburos con fosfatos, sulfatos, clorhídrico, fluoruros, silicatos y carbonatos de calcio, potasio, sodio, magnesio y óxido de manganeso y hierro en diversas estructuras como pastos, hierbas, arbustos y árboles, que maravilla nuestra vida con sus hojas y flores, mientras sus frutos sirven para alimentar al hombre y al mundo animal.

Sin embargo, debe subrayarse que los procesos anteriormente mencionados solo ocurren con la condición de que el ácido carbónico, que es la base a partir de la cual no hacen los hidrocarburos, encuentre sustancias básicas (potasio, sodio, calcio, magnesio, etc.), con las cuales se pueda unir en combinaciones sólidas.

Por eso la tierra es la condición absoluta para cualquier tipo de crecimiento vegetal; no existe vegetación sola en el aire. Tampoco debe faltar el agua (HHO) ya que su hidrógeno (HH), por ser combustibles en sí, les permite la combustión a los grupos de hidrocarburos.

El proceso de nuestra vida no representa nada diferente a una continua combustión de nuestra sustancia corporal por medio del oxígeno respirado, con la condición de que las sustancias quemadas durante el día por la oxidación, sean reemplazadas durante la noche por nuevo material combustible.

Desde los contenidos ricos en desechos de los vasos linfáticos, las numerosas capas protectoras como son los aceites vitales y hasta la renovación en la sangre de nueva sustancia proteica nuestra vida no podría continuar si nosotros no renováramos tanto material del cuerpo como el que es consumido químicamente por medio de la respiración que oxida los alimentos ingeridos.

Así en la tierra, cada disturbio o alteración en el suministro regular del alimento trae consigo una gran cantidad de efectos, manifestados en el estado del suelo. En el hombre, la demanda inexorable de nuevo material que reemplace la sustancia corporal que es expulsada a través de la respiración, hace que él, que por naturaleza es amable, se vuelve agresivo y egoísta frente a su prójimo cuando su alimento es negado. De esta manera vemos como causa y efecto se conjugan en una cadena eternamente perjudicial.

Ya que el medio para obtener alimentos es en la mayoría de empleos la moneda, y está solo es dada como recompensa por el trabajo realizado, ¿que puede hacer el hombre que no tiene oportunidad y chance de encontrar un trabajo? Esa persona quiere y debe comer.

Si podemos asistir a cada uno, consiguiéndole una fuente de alimentos, desaparecerá la causa principal de la mentira, el engaño, el robo y numerosos crímenes.

El alimento nos es dado en primer lugar por la producción inmediata de la tierra, y solo en segundo lugar, por la grasa, carne y sangre de animales domésticos criados a partir de pastos y hierbas.

Ahora, ya que es una condición química primaria que las sustancias de la tierra, en conjunción con el aire, el agua y la fuerza solares, estén presentes con el fin de que las plantas pueden crecer; es la madre tierra que lo rodea por agua y tierra, y fructifica por el sol, alimenta al hombre y a los animales por medio de los cultivos producidos, y al mismo tiempo viste a los animales, que sobre sus pieles han desarrollado pelajes ricos en azufre y sílice, para actuar como aislante conservan el calor y la electricidad corporal.

El hombre, cuyo espíritu productivo desea ocupación y a quien le ha sido dado el maravilloso mecanismo de los dedos, tiene la ventaja de que puede confeccionar sus vestiduras de acuerdo a la estación.

Estás pueden ser de lino, de algodón, de lana de ovejas o del cabello de las cabras; además, puede protegerse a sí mismo del viento, del clima y del frío usando la madera de los bosques para construir su casa y calentarla.

Comida, vestido y techo solar necesidades fundamentales de cualquier persona sobre la tierra.

Estás, también puede ser satisfechas por cualquier persona que tenga miembros sanos; en los músculos de nuestros brazos poseemos el poder mágico para decir, “¡que se ponga la mesa!”; pues el trabajo siempre encuentra su recompensa.

Por supuesto, si la gente es tan insensata y abandona los lugares donde los músculos de sus brazos son necesitados y bien pagados, se abandona la fuente de todas las riquezas sobre la tierra, la agricultura, y se va a lugares donde sus brazos carecen de valor porque muchas otras personas sin empleo están esperando conseguir uno, entonces la angustia y la falta de alimento, vestido y refugio se convertirá en un motivo para reconsiderar y regresar a la vida en el campo, que cada día que pasa, es abandonado por más y más personas.

Cada trabajo tras su recompensa.

El trabajo es necesario para la salud de nuestro cuerpo y nuestra mente; la cooperación nos afirma en la conciencia de una humanidad común, porque en la vida social vemos en cada hombre una imagen de nosotros mismos, y esto es un llamado a la consideración mutua, a la caridad, la benevolencia y a la solidaridad. ¡Qué gran diferencia con respecto al hombre que no trabaja!,  sus pensamientos se convierten en redes y trampas en las cuales busca atrapar a sus ingenuos congéneres.

Después, cuando el conocimiento se haya esparcido más y más, de tal forma que el trabajo esencial del hombre consiste tan solo en permitir que el sol sea quien trabaje para él, con el fin de que el alimento, la ropa y la madera puedan crecer a partir de la tierra, el agua y el aire, entonces muchas personas necias de cerebros ociosos habrán perdido su tierra.

De hecho, existen hoy en día algunas personas malas para sumar que dicen: Trabajaremos menos y ganaremos más dinero.

Ellos no consideran que este dinero se encuentre en circulación, de tal forma que debe pagarse más dinero por los alimentos, en caso de que estos permanezcan constantes en cantidad; y este aumento en el precio será de límites indefinidos. El medio real solo puede consistir en una mayor producción de alimentos.

Entre mayor sea la cantidad de grano desarrollado, menor cantidad de dinero será requerido para pagarlo. En este sentido es donde debemos aplicar toda nuestra fuerza.

Qué ceguera, si los hombres deben atacarse mutuamente en busca de alimento suficiente; este solo puede ser ofrecido por la tierra.

¿Acaso puede crecer un cultivo de maíz sobre la palma de mi mano?

Dios nos ha creado lo suficientemente ricos al dotarlos con un entendimiento. Si hacemos uso de esto, los hombres no tendrán necesidad de codiciar lo de sus hermanos, ya que, en la serena tranquilidad de la tierra, podemos conseguir lo poco que necesitamos día a día de nuestra generosa Madre Tierra.

Fuente: Asociación ambientalista guerreros verdes A.C.

Titulo original: Panes de piedra. Por Julius Hensel

Investigación y traducción:

  • Fundación Juquira Candirú
  • Hans Landgraf
  • Jairo Restrepo Rivera
  • Sebastiao Pinheiro

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